
Se acerca tu mano y es como si me tocara un ángel para rescatarme de mi muerte segura. Para detenerme del abismo a donde inexorablemente me dirijo. Es una mano que siento con ternura, conmoviéndose de mis lagrimas. La percibo temerosa de sentir mi rechazo. Pero ahí está para tantear mi reacción, para pedirme el perdón que no llega de tu boca.
Esa mano la conozco como a la mía. Ella también me conoce. Cada detalle, aun el menos perceptible ella lo tiene grabado. Y viene a mi tu mano, sabiendo que no puedo negarme a esa conexión que me une a tu ser, que me hace solidaria también de tu tristeza. Porque este dolor también es tuyo, y el tuyo mío. Lo he vivido, lo he sentido, me ha mantenido voluntariamente atada a ti, sin dejarme ir, sin abrir las puertas para dejarlo.
Aquí estoy para agarrar tu mano, cuidarte y para ser también tu ángel. Para ser lo que siempre hemos sido: amor real, perfecto, único, saboreado, juzgado, enaltecido. Aquí están nuestras manos que se entrelazan y en el amor de nuevo nos fundimos. Aquí estamos porque este amor, con ternura, con rechazos, con pasiones, con dolor, con alegrías con ilusiones. Este amor del mundo incomprendido, este amor con cuerpo y alma, lo hemos vivido…
Por:Adalgisa Suriel
Copyright 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario